Estas vacaciones me he dejado caer por Gibraltar. Debido a
una serie de circunstancias que no vienen a cuento, he acabado visitando la
preciosa provincia de Cádiz (muy recomendable a todos los que no lo hayan hecho)
y no quise perder la oportunidad de comprobar por mi mismo como estaba el famoso Peñón.
Eran las 2 de la tarde, con lo cual, y como era de esperar, no había líos para entrar. Además, como me habían recomendado, entré andando. Lo primero que sorprende, una vez dentro, es la enorme pista de aterrizaje que hay que cruzar. Toda ella construida sobre terreno ganado/robado al mar español. La verdad que impresiona. Me hubiera gustado ver un avión despegando en esos momentos, pero no debe suceder muy a menudo, según parece. Pasada la pista, llegué a los primeros edificios. Son unos apartamentos viejos, y una buena parte de ellos sostienen, en sus ventanas, banderas inglesas o de Gibraltar. Primer anuncio de que uno entra en territorio no grato. Pasados los primeros edificios empecé a fijarme en otros detalles. Era como estar en el país de los hijos de la Gran Bretaña, con las típicas cabinas de teléfonos (Es curioso el hecho de que quizá sea el sitio de España con más cabinas de teléfonos por metro cuadrado), las típicas papeleras o las típicas señales de tráfico. Todo recuerda a Inglaterra. Incluso se ve mucho inglés. A algunos se les reconoce a la legua porque, hay que reconocerlo, son horteras de cojones. Estando allí, y sobretodo tras atravesar el enorme muro con el que se accede a la ciudad, uno parece haber viajado realmente a otro país. Yo pensaba… así, esto nunca será Español, porque no recuerda, para nada, a España. (Solo en los 35ºC que había a la sombra). Me tuve que gastar los 14 euros que cuesta el teleférico para subir y bajar del peñón. Arriba, por cierto, sorprende también lo grande que es. Y hermoso, todo hay que decirlo. ¿De dónde carajo ha salido tanto mono?
Eran las 2 de la tarde, con lo cual, y como era de esperar, no había líos para entrar. Además, como me habían recomendado, entré andando. Lo primero que sorprende, una vez dentro, es la enorme pista de aterrizaje que hay que cruzar. Toda ella construida sobre terreno ganado/robado al mar español. La verdad que impresiona. Me hubiera gustado ver un avión despegando en esos momentos, pero no debe suceder muy a menudo, según parece. Pasada la pista, llegué a los primeros edificios. Son unos apartamentos viejos, y una buena parte de ellos sostienen, en sus ventanas, banderas inglesas o de Gibraltar. Primer anuncio de que uno entra en territorio no grato. Pasados los primeros edificios empecé a fijarme en otros detalles. Era como estar en el país de los hijos de la Gran Bretaña, con las típicas cabinas de teléfonos (Es curioso el hecho de que quizá sea el sitio de España con más cabinas de teléfonos por metro cuadrado), las típicas papeleras o las típicas señales de tráfico. Todo recuerda a Inglaterra. Incluso se ve mucho inglés. A algunos se les reconoce a la legua porque, hay que reconocerlo, son horteras de cojones. Estando allí, y sobretodo tras atravesar el enorme muro con el que se accede a la ciudad, uno parece haber viajado realmente a otro país. Yo pensaba… así, esto nunca será Español, porque no recuerda, para nada, a España. (Solo en los 35ºC que había a la sombra). Me tuve que gastar los 14 euros que cuesta el teleférico para subir y bajar del peñón. Arriba, por cierto, sorprende también lo grande que es. Y hermoso, todo hay que decirlo. ¿De dónde carajo ha salido tanto mono?
“Tenemos un problema”, pensaba allí arriba. Podría ver la
pista de aterrizaje, y el enorme mercado que hay pegado a la frontera (en la
parte española). Las estrechas calles plagadas de tiendas. De todo ello
dependen muchas humildes familias españolas que poca culpa tienen de todo lo
que se mueve a su alrededor, y, si trabajan allí, es porque se tienen que ganar
la vida de alguna manera. En la única tienda que entré a comprarme algo fue en
una especie de “badulaque” regentado por dos hombres de procedencia indefinida.
Me hablaron en inglés, al entrar, y me cobraron 1´5 Euros por un Aquarius. “One
pound” fue lo que me dijo nada más ver la fría lata. Si cuesta lo mismo que en
España, este señor gana un 20% más por cada venta, pues allí, según tengo
entendido, no pagan impuestos. Tampoco lo tenía muy claro, la verdad, y el
hombre no tenía cara de buenos amigos así que tampoco le quise preguntar.
El problema está en que la verja de las narices no debía
haberse abierto nunca. Si no se hubiera hecho, quizá los ingleses se hubieran
cansado de una roca que no les serviría para nada y no nos tendríamos que
preocupar ahora del tema. La lió parda Felipe González al abrirla y otros
gobiernos les han dado más y más facilidades. ¿Por qué? Quizá eso no lo sepa
nunca. El caso es que ahora tenemos ahí un cúmulo de ingleses horteras,
piratas, dinero negro y mala baba que no nos lo podemos quitar de encima ni con
agua caliente. Y siguen en obras, los muy huevones, ganando terreno al mar y
aquí lo más que sabemos hacer es alargar la espera a la gente que quiere entrar
o salir de ahí.
Si el mar es Español deberían ponerse serios y tomar
medidas. No se puede cerrar la verja de un día para otro pero tampoco mirar
para otro lado.Así que hagan lo que tengan que hacer... pero hagan algo!!
Y ahora unas fotillos que hice desde el peñón:
Y ahora unas fotillos que hice desde el peñón:
Cara Este, ganando terreno al mar (había una grúa poniendo piedras) |
El peñón, con una zona ganada al mar a sus pies. |
La ciudad vista desde arriba. Se ve la línea al fondo y entre la Linea y la ciudad de Gibraltar, la pista de aterrizaje. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario