Ójala alguien allá arriba te escuche!!!
35 años de constitución y 12 reformas educativas,
LGE, LOECE, LODE, LOGSE, LOPEG, LOE, LOCE… y ahora la tan controvertida
LOMCE o “ley Wert”.
A lo largo de mi corta existencia aprendí a leer y
escribir con una ley, las tablas de multiplicar y dividir con otra, la
reconquista entre dos leyes (mi generación sufrió el puente entre EGB y ESO),
me formaron como educador sin explicarme nada de competencias y ahora en mi
práctica docente estoy aplicando una ley ya revocada, pero para poner la guinda
a toda esta algarabía educativa deberé asimilar el último hito en educación
para que mis alumnos puedan estar preparados para un futuro tan incierto como
tenebroso en el panorama social.
LOMCE ya nace con un error en su nomenclatura,
puesto que una ley que se auto-enuncie como “Ley Orgánica de la mejora de la calidad educativa” dinamita los
posibles logros que anteriormente haya conseguido el sistema, y presupone una
mejora que a la postre, y ahí está el gran paradigma de la educación, no es
comprobable hasta su aplicación y obtención de resultados cualitativos y
cuantitativos del alumnado al finalizar su proceso.
Sobre
estas líneas intentaré recoger bajo mi prisma de educador y docente aquellos aspectos educativos que la LOMCE no ha
sabido desarrollar de una manera positiva para el futuro del alumnado.
En
cuanto a la etapa de infantil y primaria no incorpora la figura básica del servicio de orientación, una función
primordial puesto que es precisamente en esas edades en donde se detectan todos
los problemas que pueden acarrean en un futuro próximo un mal proceso de
aprendizaje (problemas del habla que deterioran en un mal proceso
lecto-escritor, problemas de comprensión, déficit de atención, problemas en el
desarrollo…); no dando herramientas para dicha detección, y colapsando los ya
existentes (servicios orientativos de centro que aglutinan como poco a 10-12
colegios por zona, solo tenéis que hacer el cálculo de alumnos por centro y
multiplicarlo por tantos centros, lo dividís entre 6 psicopedagogos que tiene
cada equipo y voilà!!)
Para
estas etapas no aporta nada, repito: nada, en relación al mayor problema actual
(perdón, hasta la tan temida Crisis) del abandono
y fracaso escolar, con el porcentaje más alto de toda la Comunidad Europea,
lo que choca directamente con su denominada “mejora de la calidad educativa”;
perfecto, pero ¿cómo va a ser posible si en una ley ni siquiera se nombra?
Para
la evaluación de los conocimientos del alumnado la ley aporta algo novedoso,
unas pruebas de diagnóstico en 6º de EP y
4º de ESO, sinceramente un aspecto positivo dado que dan una orientación en
el proceso del alumnado, pero profundamente equivocado en su planteamiento.
Dichas pruebas serán desarrolladas y evaluadas externamente al claustro escolar
(las antiguas reválidas), y en caso de no ser superadas el alumno no recibirá
su titulación como que ha superado el nivel, por lo que profundiza más en la
disgregación de colegios ya que cada uno posee sus propio contexto
socio-económico, con multitud de singularidades en el alumnado que no se
tendrán en cuenta puesto que dichas pruebas serán iguales a todo el territorio,
y eso, en los niveles citados creará un ranking de colegios entre los que
pueden y los que no, los que tienen facilidades y los que no, ergo no mejora la
calidad si no que la diferencia.
Los
denominados proyectos de educación
multilingüe, los deja a libre disposición de cada comunidad y cada centro,
pudiendo decidir tanto el número de horas como el perfil del profesorado
necesario, exigiendo (lógicamente) una titulación tanto para el docente
experimentado y Maestro en su materia (la M mayúscula no es casualidad) como
para las nuevas generaciones con un portfolio inmaculado pero con un gran
abismo en su experiencia docente. La ley marca programas bilingües, pero no aporta ni formación del profesorado ni
favorece su aplicación práctica al no dotar de recursos a los centros para la
gestión de tales proyectos, por lo que no es una educación bilingüe de calidad,
sino una impartición de áreas en otro idioma al no dejar tiempo a que los
centros se adapten y encuentren un nexo entre el docente de cuya experiencia se
aprende y el docente con conocimientos del nuevo sistema subyacente. Sobre este
tema cabe destacar la profesionalidad de todo docente, en constante formación y
renovación, modulando su perfil a las necesidades sociales.
Las
tan controvertidas asignaturas de
Religión y Ciudadanía, ambas a mi
modo de parecer ancladas en un sistema anacrónico que actualmente no tienen
cabida puesto que se trata de una decisión personal y de responsabilidad
familiar (exceptuando centros educativos de ideología religiosa). Ambas
deberían de ser optativas, y dependientes del ideario de centro, ni
obligatorias ni evaluables, puesto que los valores de cada persona no pueden depender
de un docente sino de las actuaciones personales en relación a lo que la
familia espera de cada alumno. Con la LOMCE desaparece la Ciudadanía (lógico
tras el cambio político) pero mantiene
la Religión como asignatura evaluable, lo que profundiza aún más en la
discersión entre la decisión educativa y
una mayoría social muy sensible a la herencia del sistema educativo-religioso
de los años 70-80.
La ratio, el mayor problema endémico de
la educación española, actualmente en 25 alumnos por clase, algo que se
consiguió con la LOGSE y que la nueva ley destruye, al aplicar un criterio
económico en vez de uno educativo (siendo una ley educativa no olvidemos),
ampliando a 30 alumnos para que así se puedan recortar docentes (más alumnos
por clase, menos clases por lo tanto menos docentes). De todos es consciente de
que a menor cantidad de alumnado mayor es el tiempo que se le puede dedicar a
cada uno, pero si se aumenta, y repito por motivos económicos, el tiempo
es indirectamente proporcional, a más
alumnos menos tiempo.
Para finalizar la LOMCE nombra las Competencias Básicas, un sistema
educativo aprobado por Europa hace 14 años y que debería de estar en vigor en
el 2020 (8 competencias que todo alumno debe poseer para su desarrollo óptimo
en un sistema social), pero no aporta nada en cuanto a programaciones ni
evaluación de las mismas, siendo muy liviano ergo deja toda la responsabilidad
a las comunidades y a los centros para su funcionamiento, reiterando una vez
más el mayor problema de esta ley, su falta de profundización en aspectos tan
claves como la manera de aplicar el sistema de enseñanza-aprendizaje.
Quiero
manifestar que todo lo desarrollado anteriormente es mi visión del panorama que representa la LOMCE,
solo centrado en el aspecto educativo, y siendo consciente de que algo tenemos
que hacer puesto que cada vez nos encontramos más retrasados en relación a nuestros conciudadanos europeos, pero sin
caer en el pesimismo ni negativismo puesto que honestamente creo que estamos
haciendo cosas bien (alta tasa de exportadores de jóvenes con talento
empresarial en I+D) , que aunque los datos en calificaciones educativas
(informe PISA) pueden ser desalentadores también alguien debería explicar de
una vez como dicho informe es elaborado y que ítems sigue, puesto que en esta
sociedad de la multi-información es paradigmático la falta de información en
relación a dichas evaluaciones intentando compararnos en todo momento con
sistemas educativos “más avanzados” implantados en el norte de Europa, pero al
mismo tiempo no se tienen en cuenta nuestro propio contexto histórico (casi 40
años de hermetismo europeo) ni económico (mala gestión de recursos naturales),
ni sociales ( mero hecho de densidad de población) ni climáticos (impacto del
clima en nuestra arquitectura educativa), pero y citando a Michael Ende,
“that’s another story and shall be told another time”.