Dulce et decorum est de Wilfred Owen influyó en el pensamiento
occidental de forma determinante tras la finalización de la primera gran
guerra. A lo largo de ese infierno, un iluso Lenin estaba refugiado en
Suiza mientras obreros alemanes e ingleses se despedazaban unos a otros
en las trincheras. Eran aquellas trincheras enfangadas, húmedas,
infectadas de parásitos, hediondas y productoras en serie de enfermedad,
sufrimiento y muerte mucho antes de que cayeran los temidos obuses,
silbaran las balas y el gas mostaza extendiera la peor de las muertes
imaginable. De este dantesco espectáculo nos hicieron partícipes los
poemas de un Owen testigo de primera mano, que lo sufrió en sus carnes.
Entre tanto, las oligarquías planeaban el escenario del infierno cómodos
en la retaguardia.
Eran esas mismas trincheras donde una legión de obreros de uno y
otro bando compartían espacio con las innumerables ratas, pulgas,
liendres, piojos y enfermedades que campaban por sus respetos. Eran esos
mismos gases mostaza que reventaban los ojos y los pulmones de los
obreros de uno y otro bando. Mientras, Lenin no daba crédito a sus ojos:
el pobre creyó que los obreros ingleses y alemanes jamás se dispararían
entre sí, después de aquel “trabajadores de todo el mundo uníos en la lucha”.
Claro que él se refería a otro tipo de lucha y por otros motivos. El
manifiesto comunista cayó hecho pedazos para un Lenin consciente de su
primer gran fracaso.
Yo acusaría a Tsipras y su panda de esa misma inocencia de la
que hizo gala Lenin si los creyera inocentes. Yo acusaría de la misma
inocencia a la Troika y su panda, si los creyera inocentes. Dicen los de
un lado de esta caterva de criminales, tan criminales como los que
enterraron a aquellos miles de obreros en el infecto cieno de las
trincheras, que consultarán al pueblo qué hacer tras su enorme fracaso.
Esa consulta equivale a cavar una trinchera de miseria y echarlos a
todos adentro pues ¿no habéis sido vosotros los que prometíais henchidos
de populismo que el maná era posible sin esfuerzo alguno? Y ese
fracaso, evidente, calculado y cantado con el único objetivo de
conseguir el poder por el poder tienen el cinismo de taparlo con una
consulta realizada a los que crédulamente los eligieron esperando que
cumplieran sus promesas. ¡Ay amigos! A conseguir el poder por el poder
se le llama fascismo: así de simple. No existe peor crimen que disfrazar
una dictadura de democracia.
Dice esa caterva financiera del otro lado que hay que pagar
una deuda; deuda que estaba calculada, constituía un fracaso moral y
cuyo resultado final estaba también tan cantado como el de los
populistas. A conseguir la riqueza por la riqueza se le llama avaricia.
Tan pecado capital resulta lo uno como el otro. Tan repugnante a toda
decencia es avariciar el poder por el poder como la riqueza por la
riqueza.
No existe en toda una Europa liderada por socialdemócratas,
ni ahora tampoco en unos EE UU gobernados por un socialdemócrata un solo
hombre de estado, y es posible que si apareciese uno de verdad lo
eliminarían como a Lincoln. Ni los de un lado ni los del otro, ni
trotskistas ni populistas mencionarán jamás lo que constituye para ellos
la verdadera bestia negra, porque para ambos el pueblo, esa sociedad
civil carece de importancia alguna. Ninguno de ellos utilizará los
medios de comunicación que ellos mismos controlan para mencionar ni una
sola palabra sobre la libertad del pueblo. Libertad para tomar
decisiones, libertad para equivocarse, enmendar y al final acertar.
Preguntaron a Lincoln cómo iba a darles la libertad a los negros si no
iban a saber qué hacer con ella, y éste respondió: “cuando la tengan
veremos...” Bien, pues cuando la sociedad civil tenga la libertad
colectiva veremos qué hace con ella.
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Hay vidas que no son vidas. Sólo son el fantasma de una ilusión. / There are
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Lo fácil es enterrar en la miseria a los trabajadores, a esa
clase media que trabaja para ofrecer una vida digna a los suyos. Lo
fácil es enterrarlos en deudas tan enfangadas como aquellas trincheras y
después exigir el sacrificio a esos trabajadores, pero nunca a las
corruptas oligarquías que los han metido allí. Lo fácil es halagar al
pueblo como hacen todos los populistas prometiendo que con ellos caerá un
maná del cielo; maná que los dirigentes saben jamás llegará. Lo fácil
es ante un fracaso total hacer creer al pueblo que fueron ellos quienes
tomaron las decisiones montando en el momento apropiado un plebiscito
tan mortífero como uno de aquellos obuses que caían en las trincheras
haciendo saltar por los aires miembros “miembras”.., despedazando a
trabajadores. Lo fácil es desmembrar a los trabajadores con una pregunta
envenenada cuando ellos jamás han tenido opción de poder decidir ni
elegir nada. Tsipras, Podemos, Troika, gobernantes de
Europa, oligarcas., ¡el mundo es vuestro! Enterradlos a todos en el
barro de las trincheras y formad un ejército de zombies esclavos.
Trabajadores, soldados, llega el gas mostaza... En forma de zombies...
Dulce et decorum est...