Hace poco viví una velada de las que me realmente me gustan... una de esas en las que gente mayor se pone a contar historias, e intentan responder a todas las preguntas de aquellos a los que por lo menos doblan la edad.
Recordé a mi abuelo diciéndome "Si sabrás tu lo que es tener hambre..." cuando me quejaba, ansioso, poco antes de comer. Recordé cuando me contaba que estuvo prisionero y perdió la vista, por falta de alimentos. Aquellas historias me trajeron recuerdos de otras veladas como la de esa tarde.
Aquella mujer contaba historias similares, muchas de ellas sobre los años en los que en nuestro país moría gente a causa de una lamentable guerra. Lamentable, como todas las guerras. Seres humanos matándose por defender aquello que creen que es lo correcto.
Aquella mujer contaba que de joven tenía un vestido, solo uno, y que cuando estaba muy sucio lo limpiaba, y esperaba envuelta en una toalla a que se secara para volvérselo a poner. Aquella mujer sufrió la enfermedad y muerte de un marido que no podía ganar el dinero que su familia necesitaba. Aquella mujer daba un poco de pan a sus hijos, que la esperaban en el suelo porque no tenían sillas donde sentarse. Aquella mujer trabajaba durante todo un día, estando embarazada de 9 meses, y al final tan solo recibía 12 pesetas. Tan adelantado estaba el embarazo que un día, al llegar a casa, se vio obligada a dar a luz. Ella sola.
Y luego decís que tenéis hambre.
Recordaba a las mujeres pasar junto a ella, portando sobre sus cabezas grandes cestas de pan recién hecho. Ella podía olerlo, pero casi no podía ni mirarlo. Y no entendía porqué su vida había estado truncada desde hacía muchos años.
Pero salieron adelante.
Y pensé que era esa España de miserias la que heredamos. Esa España de la codicia y la despreocupación. Esa España donde uno solo mira su propio ombligo. Esa España ruin, mezquina, triste.
Y luego decís que tenéis hambre.
Y luego decís que tenéis hambre.
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